En este cálido, bastante inusual, final del mes de Noviembre nos hemos dirigido hacia el interior de la província de Valencia, pero en este caso hacia la zona Sur-Oeste, dentro de la zona Terres dels Alforins. Moixent (o Mogente) ha sido el destino y la visita a una de las bodegas más icónicas de las que representan a la D.O. Valencia.
El Celler del Roure, es una consolidada bodega que empezó en un proyecto personal de la famila Calatayud, y en concreto de Pablo, que apoyado por su familia y con la inestimable ayuda de José Luis Perez (Más Martinet), empezó a forjarse un hueco en el mercado de los vinos de alta calidad.
A escasos 11 kilómetros de Moixent, en la carretera que va hacia el poblado ibérico de Les Alcusses, y de camino a otra gran población vitivinícola, Fontanars dels Alforins, encontramos la bodega El Celler del Roure .
Allí nos esperaban para guiarnos en una de las visitas donde esperábamos conocer los detalles de la historia de la bodega y la finca así como de la elaboración de estos interesantes vinos. La bodega está en pleno proceso de expansión y acondicionamiento y más sabiendo que se al encontrar una bodega subterránea de más de 100 tinajas de barro, en lo que debió ser uno de los centros elaboradores de vinos más importantes de épocas pasadas, se podría elaborar vinos como antaño.
Expansión porque cada vez más se apuesta por la elaboración de vinos antiguos y ese proceso pasa por recuperar las variedades autóctonas y emplear el conocimiento de las personas mayores que conocían ese tipo de vinos, es por ello que también están utilizando cada vez más el barro como recipiente de crianza del vino, así como técnicas más ancestrales que les están dando buenos resultados.
Todos hemos oído hablar de Les Alcusses y Maduresa como vinos que surgieron de una pequeña bodega, casi de manera artesanal, también se ha oído a hablar de una variedad recuperada como es la Mandó, de la que se ha recuperado para hacer varios vinos insignia de la casa. Estos dos vinos anteriores son los clásicos mientras que ahora, en un proyecto ya consolidado llegaron con la gama de vinos antiguos como Cullerot, Parotet y Safrà y como homenaje a la madre de Pablo los vinos blancos de Mandó Les Prunes y el espumoso Les Danses.
Visitar la bodega Fonda y los subterráneos de la crianza de los mismos, disfrutar del paisaje y su historia es muy importante para comprender la manera de elaborar los vinos, luego queda el disfrute de cada uno de ellos, nosotros catamos tres, el clásico Les Alcusses que es un vino de coupage con peso alto de la variedad autóctona Monastrell y el resto de otrascon una crianza de roble francés durante al menos 8 meses. También catamos dos de los vinos antiguos, aquellos que se crían en antiguas tinajas y que aportan mucha fruta y elementos más primarios, así pues el blanco Cullerot que se compone de un coupage de uvas blancas como la Pedro Ximenez, Macabeo, Malvasía, Merseguera y Chardonnay, vino fresco y floral y también el Safrà, un vino de los denominados de sed, tinto de uvas Mandó, mayoritaria, y otra autóctona como es la Arcos, es un vino ligero con poca capa de color fresco e incluso crujiente fácil de beber y con mucho disfrute.
Les Prunes y Les Danses, son otros dos vinos blancos procedentes de la uva tinta Mandó que dan notas frescas y alegres y sobre todo el segundo, un espumoso ancestral de burbuja fina y lleno de matices complejos pero con recuerdos al paisaje dónde se elaboran.
Recomendable la visita y disfrutar del paisaje y su gastronomía, preguntad en la bodega dónde comer y os aconsejarán bien.